
El precio del liderazgo del que nadie habla
Hace ya más de una década cuando trabajé en el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (MICITT) de Costa Rica tuve una de las lecciones de liderazgo más importantes de mi vida.
En aquel entonces quería promover una política pública (de la cual no doy detalles porque no se concretó y no pierdo la esperanza de que se alcance algún día) y logré que el tema pudiera llegar a estar en la agenda del ministro.
Se plateó una reunión en la que estábamos sentados dos exrectores de la Universidad de Costa Rica, el ministro que fue rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica, y yo. Desde mi punto de vista las universidades más importantes del país. La propuesta implicaba carreras de las dos universidades y su impacto en el mercado laboral. Después de elaborar mi idea, uno de los exrectores me dijo:
- - “El problema de lo que indica es que el costo político de esta propuesta lo estaría pagando el ministro.”
Acá es donde, está la gran enseñanza. Muchas veces se confunde liderazgo con proactividad y aporte de ideas. Lo cual, es sin duda importante y parte de lo que debe hacer un líder. Nunca un cambio se realizó en la humanidad sin que alguien tuviera una visión sobre algo.
Pero lo que realmente lleva a materializar un cambio es la acción en consecuencia a aquello que se visualizó. Plantear una visión y comprometerse con ella implica el aporte de recursos, tiempo, capital, activos, etc, etc…pero también está en compromiso de generar un resultado a partir de aquella visión.
Y acá es donde podemos reconocer al líder como aquella persona última responsable de la gestión de un proyecto, de una empresa, de un ministerio, de un gobierno, de una ONG, de una familia. La persona a la que los dedos van a apuntar si las cosas salen mal.
Tener ideas no es diferente a teorizar, convertir las ideas en realidad es donde radica el verdadero valor. Cuando las ideas no son de uno, pero uno es el responsable de los resultados, estas ideas se deben sopesar con cautela y ponerlas en sintonía con la visión general -si s que existe sintonía-.
Entonces bien:
Ser proactivo y proponer ideas, es un primer paso en el proceso de liderazgo.
El verdadero valor se genera cuando aquella idea se materializa y nuestras premisas eran ciertas, es decir genera un resultado positivo.
Cuando proponemos ideas y otra persona es la responsable del resultado debemos confiar en su juicio a la hora de ir o no por aquella idea.
Si no confiamos en su juicio y creemos en la idea podemos evaluar en irnos de la organización.
Una buena forma de evaluar qué tanto creemos en nuestra idea es preguntarnos: ¿estaría dispuesto a arriesgar mi trabajo, mi salario, mi ingreso, mi reputación por esta idea? Si la respuesta es sí, adelante.
Para continuar con la historia: el ministro después de esta sesión con los rectores convocó otra reunión con un sector gremial donde presenté una vez más la idea. Lo que obtuve de respuesta fue silencio. Nunca voy a olvidar ese gesto de parte del ministro, de dar un paso más allá, a pesar de que era el quien ponía el pecho. Al día de hoy, aquella idea, espera en una gaveta de mi mente su momento.
Feliz martes,
Raúl